La piel atópica es una enfermedad muy común y, frente a lo que habitualmente pueda pensarse, no solo afecta a los niños. De hecho, se estima que entre un 2% y un 5% de los adultos la padece. Además, hay que tener en cuenta que se trata de una patología con un fuerte carácter hereditario: solo con que uno de los progenitores la sufra, las posibilidades de que los hijos la padezcan se multiplican.
De una forma muy genérica, se puede decir que la piel atópica, o dermatitis atópica, es una enfermedad inflamatoria de carácter crónico que se manifiesta en forma de brotes, sobre todo en la cara, el cuero cabelludo, el cuello, el escote, codos, manos y pies. Aunque no existe un tratamiento para su curación, sí se pueden controlar sus síntomas mediante productos específicos.
Síntomas de piel atópica
Aunque siempre debe ser un dermatólogo quien realice el diagnóstico, identificar una piel atópica, en principio, no es complicado. La enfermedad se manifiesta con unos síntomas muy evidentes:
- Piel seca y áspera con un tono apagado y quebradizo.
- Manchas de color rojizo o marrón grisáceo que pueden inflamarse.
- Protuberancias que en casos severos llegan a supurar.
- Descamación.
- Picor intenso, especialmente por la noche.
Más allá de estos síntomas, la piel atópica puede derivar en otros problemas, como heridas provocadas al rascarse involuntariamente o aparición de infecciones cutáneas. Pero también tener unos efectos serios en un sentido muy diferente, ya que el aspecto de la piel con este tipo de dermatitis puede llegar a provocar pérdida autoestima y afectar a las relaciones sociales.
En cualquier caso, es importante tener en cuenta que, aunque muy molesta y antiestética, no es una enfermedad contagiosa. Y no tiene cura, sin embargo, sí es posible controlar los brotes y minimizar sus efectos con unos cuidados adecuados.
Causas, prevención y cuidados
Hacíamos referencia al componente genético de la piel atópica. Pero, además de este factor hay otros que también influyen en su aparición o en la intensidad de los brotes, entre ellos el estrés o el insomnio, un sistema inmunitario desequilibrado y ciertos factores ambientales, como el calor o la contaminación. A ellos habría que sumar alergias alimentarias, tabaquismo o incluso ciertos productos químicos y jabones.
Una piel atópica necesita mucha más atención que una normal, también productos específicos. Aunque prevenir la aparición de brotes es complicado, sí es posible conseguir que los síntomas sean de menor importancia.
El consejo básico es mantener la dermis muy hidratada. Aplicar con frecuencia productos específicos para piel atópica ayuda a reparar los daños que la enfermedad causa y la prepara para que los síntomas sean menos molestos. Y esta recomendación sirve igual para niños y para adultos.
Además de ello, es importante evitar duchas o baños largos y frotarse la piel para secarse. También se debe evitar la sudoración excesiva llevando prendas ligeras y transpirables, preferiblemente fabricadas con materiales naturales. Una alimentación sana y evitar el estrés y cualquier excitante son también pautas imprescindibles para evitar en la medida de lo posible esos molestos brotes característicos de la piel atópica.
Sin embargo, en ocasiones esos cuidados no son suficientes para controlar los síntomas de la piel atópica. Cuando eso ocurre es importante acudir al especialista para iniciar un tratamiento farmacológico. Este suele pasar por corticoides tópicos que aliviar el dolor y la inflamación y por antihistamínicos para controlar el picor.
A modo de resumen, recuerda: si tienes piel atópica o la tienen tus hijos, necesitas productos dermoestéticos específicos adquiridos siempre en establecimientos de confianza y dedicarle todo el tiempo que sea necesario a su cuidado. Los rebrotes son inevitables, pero si no se controlan, sus efectos serán cada vez mayores.
Nuestros clientes confían en nosotros
Opiniones de nuestros clientes
Recibe nuestras novedades
¡Casi hemos terminado!
Te hemos enviado un correo electrónico para que confirmes tu e-mail